lunes, 19 de marzo de 2012

Quiero escribir para ponerla


 
Desde niño tuve la impresión y la sigo manteniendo, que la escritura solo eran ideas de bohemios que tenían tiempo para derrochar, sentados ahí en sus escritorios con luz tenue y tomando café. Cuaderno debajo del brazo en busca de ideas, cualquier lugar al que iban era propio para extirparle cosas que volcar en su renglón. Los típicos tipos que no tienen actividad sexual y desparraman sus perversiones en hojas.
Siempre me pregunte qué le depararía a cada uno de estos marciahumanos, que pasaban horas pensando historias que contar. Quizás su paupérrima mentalidad los hacía soñar, con que sus palabras harían vibrar a la sociedad. Si es así, es lógico que la ilusión planifique positivamente. El valle está inundado para estos extraños individuos. Creen que su “arte” les abrirá un posible camino a la libertad.
Precisamente aquí encontré unos diálogos que mi hermano había comenzado a escribir. Claramente este es un marciahumano más, tratando de dibujar narrativamente su idiotez, que él suele llamar “humanidad”. Les hago una breve introducción por si no llegan a comprender estos personajes, que solamente se le ocurren a una mentalidad incivilizada.
Son dos personajes, Paulo y Camilo. Por lo que entiendo, esta escena se desarrolla en un café y es un debate que intenta relacionar la ideología y el compromiso. Realmente antes de empezar a leerlo el tema ya no atrapa, claramente esto es propio de un infrahumano, que se pregunta pelotudeces en vez de vivir.  Aquí se los dejo:

(Mientras Paulo esperaba la llegada de Camilo, invito con un trago a la mesera que ya había dejado su horario de trabajo)

Paulo – Siempre es bueno que tu amigo llegue un poco más tarde, la verdad que su impuntualidad, me hizo conocer catorce mujeres, bueno en realidad 15 con vos.
Mesera – Ah sí! Jaja, no crees que eso tendría que ser un secreto para vos. ¿Que harías si me paro resignada por lo que me dijiste y me voy?
Paulo – Si ya no lo hiciste, es porque te sorprendió lo que te dije… tu nombre es?
Mesera – Melodía. Tal vez tengas razón, generalmente todas las veces que se me acerco un hombre fue de la misma manera, yo creo que se globalizo hasta el discurso de un hombre hacia una mujer
Paulo – Es buena conclusión, pero nunca me fije en eso, yo siempre me acerque de la misma manera a una mujer, lo cual eso me da a entender que soy original. Mejor para mí.
Melodía – Tu amigo siempre es así cuando se tienen que encontrar, porque ya hace una hora que estamos acá.
Paulo – Es normal, pero realmente estando aquí sentando con vos, que tarde una hora más si quiere. Igualmente debe estar por  venir, así que quisiera hacerte una invitación. ¿Estás dispuesta?
Melodía – Pienso que sí, primero quisiera saber de qué se trata, si es posible.
(La puerta del café se abrió abruptamente e ingreso Camilo algo apurado)
Paulo – Dame un segundo que llego mi amigo. Por aquí Camilo.
Te presento a la señorita Melodía.
Camilo – Encantado doña. Che paulito voy al baño un segundo.
Paulo – Si si, anda tranquilo. ¿Te pido algo?
Camilo – Si claro, quisiera arrancar con un vaso de grapa.
(Se retira rápidamente al baño y toma un periódico de la mesa contigua)
Melodía – Bueno sigamos, con tu invitación.
Paulo – Es cierto. Quisiera que nos encontremos nuevamente, para poder tener más tiempo para nosotros.
Melodía – Acepto. Pasa por aquí mañana y arreglamos.
Adiós Paulo, ha sido un placer.
(Regresa Camilo del baño, dando risotadas sarcásticas)
Camilo – Es increíble este país, leí dos noticias del diario y podes creer que ambas culpan a la inmigración de la inseguridad.
Paulo – Bueno tranquilo, tal vez leíste un diario que se dedica a responsabilizar a los que ellos consideran  no- ciudadanos que habitan este país.
La vez pasada, a mi me paso algo parecido a lo tuyo. Después de almorzar, me predispuse a leer unas páginas del periódico y me encontré en la última página con una nota de un psiquiatra que hablaba del ocultamiento de la libertad en una sociedad, la alienación que no nos permite ver la realidad y ejemplificaba con un hecho en una clínica psiquiátrica.
“Un joven internado, en vías de recuperación después de un hecho esquizofrénico, se volvió a desquiciar. La madre de este joven lo fue a visitar, cuando el chico la reconoció se puso muy alegre y corrió a abrazarla, esta mujer al sentir los brazos de su hijo, hizo presión hacia afuera y lo alejo, él percibió el rechazo y se alejo abruptamente.
¿Qué te pasa hijo que no me abrazas? … le dice la madre sorprendida.
El muchacho no contestaba nada, porque en ese lugar lo adiestran a no decir lo que ellos consideran como la verdad. “

Esto me dejo sorprendido, imagínate que para la sociedad entonces soy un fuera de sí, con todas las opiniones que tengo.
Camilo – Tal vez. Igualmente prefiero que te imaginen como un desquiciado mentalmente y no como un nazi fascista que quiere matar al primero que se le cruza. Un patrioterista con la idea absurda de homogeneizar la historia. Eso me produce escalofríos, no puedo entender la farsa de esos cerebros corrugados, que imaginan un mundo sin distinciones.
Paulo – Es cierto. Perdóname que te cambie de tema, pero no puedo dejar de pensar en esta chica Melodía.
Camilo – Quien?
Paulo – Melodía, la chica que te presente apenas llegaste. Es increíble su nombre, se me viene a la cabeza Frank Zappa and the mothers of invención. ¿Le gustara la música, con ese nombre?
Camilo – que se yo, mira lo que piensas, realmente quedaste idiota eh!.....Pronto se conmemoran los dos años de la muerte de el militante Ernesto damara, ¿cuento con vos?
Paulo – Por supuesto, allí estaré.
(Ambos terminan sus respectivas copas y acuerdan volverse a ver para el aniversario del militante)

Camilo – Bueno Paulito me voy a ver a mi mujer, creo que esta noche tengo mi merecido.
Paulo – Eso es bueno. Por más que digan, todos los días es un abuso, yo necesito mi dosis siempre.
(Se despiden y primero se va Paulo)
(A la semana siguiente, vuelve Paulo al bar, con ansias de ver a melodía y concretar su invitación)
Paulo – Regresé, después de una eterna semana.
Melodía – A mi también se mi hizo eterna la espera, así que concretemos.
Paulo – ¿Mañana, te parece que pase a este mismo horario por ti y vayamos a mi departamento?
Melodía – Excelente, ¿tienes un charango, tengo que hacer unos ejercicios?
Paulo – Tengo varios instrumentos, mañana ya los veras.


Paulo más que contento, fue en busca de comida. Su desempeño en la cocina, no era como para una primera cita. Camino diez cuadras e ingreso en una licorería, compro una suerte de de diez bebidas diferentes, entre las cuales había whisky  y champagne. Miro su reloj, no le quedaba mucho tiempo, así que fue a un local de comidas de unos amigos y compro un matambre a la pizza, necesitaba complacer su estomago, hacia días que no comía.
Su apartamento apestaba, pero no le daba importancia. Puso la mesa en pocos segundos, coloco un disco de Jendrix y todo listo. Diez minutos después sonó el timbre, se puso una ropa y abrió la puerta.

Paulo – Adelante, eres más que bienvenida.
Melodía – Gracias, que bien huele aquí.
Paulo – Debe ser la comida, que deje calentando en el horno.
Melodía – Perfecto, tengo mucha hambre.

Se acomodaron en la mesa y Paulo sirvió ambos platos.
Melodía – Muy buena la comida, pero parece comprada.
Paulo – Si, es comprada. La comida que venden es muy buena, sobre todo cuando tienes una cita, jaja!
Melodía – Claro!...Estas revistas que tienes aquí, me llaman mucho la atención. ¿Te gusta la poesía?
Paulo – La verdad que bastante, yo escribo poesía en prosa. Haber déjame buscar un libro que edite el año pasado.

El dialogo hallado por su hermano finaliza aquí. Lo que podemos decir es que el marciahumano este, relató lo sucedido con una de las tantas chicas que pudo conocer, esperando a sus amigos. Admirado por todo su grupo, por su facilidad y liviandad, para con el sexo femenino. Es el día de hoy que su hermano, todavía no puede echarle un vistazo a dios.
Por estos días se dice que se lo vio a este muchacho, alejado de todo tipo de actividad empresarial, intentando ser un marciahumano. Es así que lo último que se sabe, es que se lo encontró en una esquina, un poco dejado y gritando: “Ahora que soy literato, la quiero poner”.  

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