miércoles, 21 de marzo de 2012

La universitaria


El bar estaba repleto, no se podía dar un paso para ningún lado, ni siquiera estirar los pies. Jorge apresuraba el paso porque llegaba tarde a su cita con la universitaria, habían acordado encontrarse a las siete en punto y ya eran quince minutos tarde. Llegó al lugar y desde la ventana trato de ubicarla, al principio se le hizo un poco complicado porque había mucha gente parada, entonces dio dos pitadas rápidas a su cigarro y lo tiro para poder ingresar. Con la frente en el alto empezó a rastrear las mesas y casi dando un giro completo con su vista, se dio cuenta que tenia a la universitaria detrás. Primero sonrió como avergonzado por su falta de atención y luego se sentó en la mesa, haciéndole un gesto al mozo de que le llevara un cortado.
- ¿Hace mucho estas esperando? – pregunto él un poco aturdido
- No, hará tan solo quince minutos. Igual no te preocupes, mientras te esperaba me divertía escuchando como la pareja que está en la mesa contigua, discutía.
- Ah mira qué bonito lo tuyo eh, jaja. Me retrase un poco, porque el taxista manejaba a dos por hora, en un momento era tal mi fastidio, que me empecé a desesperar por su pasividad y me baje en donde estaba.
- ¿Te bajaste muy lejos de aquí? – pregunto ella de forma sonriente
- Más o menos a unas quince cuadras.
Aquí esta su café señor, dijo el mozo casi entrometidamente. Mientras la charla continuaba, él se dirigió a dar un primer sorbo a su café y se dio cuenta que eso no era lo que había pedido, apoyó la taza de manera abrupta e hizo que se volcara un poco en el plato. Dio algunos berrinches más y llamó al mozo.
- Discúlpeme señor pero yo le pedí un cortado y usted me trajo café solo.
- A ver déjeme probar – dijo el mozo.
- Pero que hace buen hombre, usted se está burlando de mí. O me trae lo que yo ordene o voy a tener que hablar con su encargado. Esto es una falta de respeto a mi condición de cliente.
- Me parece que usted se está alarmando demasiado.
En ese momento intervino la universitaria para que la cosa no se extienda más y trato de tranquilizarlo.
- ¿Por qué no vamos a otro lugar?...por lo menos a alguno que no haya tanta gente – Dijo ella, para aminorar las aguas.
- Ésta bien, vayámonos, pero este tipo no se va a burlar de mí…

Mientras caminaban hacia otro lugar que ella conocía, él se detuvo un instante frente a ella y le dio un beso. Siguieron caminando como si nada, hasta que en un momento ella se detuvo frente a él y lo besó, como respuesta. Un poco sorprendidos, ambos, por las reacciones que habían tenido, se miraron cómplices pero ninguno pregunto nada. La situación no fue embarazosa, más bien fue un acotamiento de actos, porque él sabía que esto lo quería hacer hace rato pero nunca se había imaginado tal devolución de la universitaria. Caminando pensaba, que esta decisión le había llevado años tomarla, recuerda momentos en que ambos estaban estudiando y siempre estaba a punto de hacerlo pero nunca se animaba.
Entraron en el café y no había casi nadie, lo cual eso les pareció beneficioso a ambos porque no tendrían que escuchar tanto bullicio mientras hablaban. A penas apoyaron sus traseros en el asiento, se acerco rápidamente el mozo con un centro de meza que indicaba las ofertas y los precios del lugar. No tardaron mucho en decidir, los dos optaron por la promoción: café con leche y medialunas. Jorge estaba encantado con el lugar porque las paredes estaban empapeladas con afiches de películas de cine clásico, así que por unos largos minutos, yo diría más o menos hasta que trajeron los pedidos, se entretuvo observando la estética de cada uno de ellos. Atento él, cuando llego el mozo lo hizo esperar unos segundos hasta verificar que todo estuviera en orden, no quería sufrir otro altercado que arruinara el momento. – Vaya tranquilo, está todo bien – dijo en tono relajado.
Al principio nadie quiso hacerse cargo de lo que había ocurrido, hasta que él se animo y pregunto:
- ¿Por qué me basaste? yo pensé que me ibas a odiar después de que me abalancé así, hacia vos
 - ¡Todo hay que explicarte a vos!...te bese porque sentí que debía hacerlo. Yo estaba esperando que seas vos el quede el puntapié inicial. ¿Conforme? – dijo socarronamente.
- Si puede ser, pero te vuelvo a repetir me sorprendió mucho. Por lo menos permíteme que me sienta así.
- Esta bien, no te preocupes. Todavía no me olvido más, cuando estábamos en el patio de la facultad de filo estudiando ese texto que me costó tanto aprender, como era que se llamaba el autor…
- Derrida… ¿Puede ser?
- Ese mismo. Te decía, no me olvido más de ese día, porque tu mirada hacia mí fue muy penetrante, esa vez y me di cuenta que algo se aproximaría entre nosotros.
Jorge miraba atentamente a la universitaria mientras hablaba. Cada movimiento de sus labios era cautivante para él. Seguía cada palabra sin perderse ningún detalle en su pronunciación, estaba totalmente absorbido por la situación. Sentía que era el momento más glorioso de su vida y no podía, no estar atento. El éxtasis iba a ser molestado por un llamado que le hicieron al celular:
- Esperame un momento, que me están llamando del trabajo – dijo algo molesto por tener que hacer que ella dejara de hablar.
Hola Ricardo, ¿qué paso?
- Hola Jorge, necesito hablar con vos personalmente.
- ¿Paso algo grave?
- No quiero decirte por teléfono, decime donde estas y te paso a buscar con el auto, estoy saliendo del diario.
- Estoy en el bar “Celuloide”, está en Av. Santa fe y J. L. Borges. ¿En cuanto venís?
- En diez minutos estoy ahí.
Dejo el celular en la mesa, pero en ese instante no hizo ningún comentario. Pasaron los minutos y ella continuo hablando de esa tarde en el patio de la facultad, pero él, ya estaba distraído y hasta ansioso por que llegara Ricardo, no podía dejar de pensar que era lo que había pasado. La miro con preocupación a ella y le pidió disculpa por su falta de atención. La universitaria se alarmo al verle la cara, estaba pálido y temblaba.
- Por favor mozo me puede traer un vaso de agua – dijo ella bastante asustada.
- Se siente bien señor – dijo el mozo de forma amable.
Jorge no contestaba ni tomaba el agua, tan solo miraba fijo a donde estaba el cartel de la película “Los pájaros” de Alfred Hitchcoock y esperaba por la llegada de Ricardo. Miraba su reloj y cada vez se impacientaba más porque no llegaba, se paró de forma imponente como si nada pasara y se fue hacia la puerta. Por allá a algunas cuadras vio una persona que le hacía señas con la mano en alto y se dio cuenta de que era Ricardo, comenzó a caminar rápidamente hacia donde estaba él y se subió en el auto.
- Discúlpame que no fui hasta el bar, es que no encontraba lugar donde estacionar y me tuve que poner acá que está prohibido, justo te iba a llamar para avisarte que salieras – dijo Ricardo
- Esta bien no tenes que disculparte. Vayamos a lo concreto porque la estoy pasando muy mal, en este estado de intriga. ¿Qué es lo que sucede?
- Voy a ir al grano porque te aprecio mucho y quiero que ya estés al tanto. El diario ha decaído mucho en su nivel de ventas en papel, así que tomaron la decisión de cerrarlo y hacerlo de forma online solamente. Esto quiere decir que va haber una reducción muy grande de empleados y me parece que tú estás dentro de esa reducción. Yo quería avisarte esto de manera urgente para que vayas viendo otras opciones de trabajo y no te caiga de sopetón.
- Ay Ricardo, todo esto que me estás diciendo ya lo sabía antes que vos, es más ni siquiera estaba teniendo trabajo porque la sección que yo hago de cultura, ya la estaban por suprimir porque no está siendo de interés para la gente. También sabia lo del diario online, sé que van hacer el diario completo para el portal de internet y que van dejar la sección de espectáculos nada más. Ya ha decaído tanto todo, que están prácticamente regalando los libros que hemos hecho para los especiales del diario. Todo ese material de investigación sobre distintos escritores, tirado por la borda. Nada de esto me sorprende…
- ¿Y qué vas hacer?
- No lo sé, lo único que sé, es que si me llamaste para esto, me acabas  de hacer perder una linda velada que estaba teniendo con una chica que había sido compañera mía de la facultad en la carrera de letras y se me estaba declarando. Para colmo después de tu llamado quede tan preocupado que deje de prestarle atención y ahora que recuerdo tampoco le dije que paso ni que me iba, debe estar preocupada. ¿Me podrás regresar de nuevo al café, por favor?
- Si claro – dijo algo sorprendido por la tranquilidad de Jorge.
El café se encontraba semi vacio y la mesa donde estaba ella, directamente estaba vacía. Se acerco a la mesa y encontró un papel, que decía:
Continuara… 

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