El bar estaba repleto, no se podía dar un paso para ningún
lado, ni siquiera estirar los pies. Jorge apresuraba el paso porque llegaba
tarde a su cita con la universitaria, habían acordado encontrarse a las siete
en punto y ya eran quince minutos tarde. Llegó al lugar y desde la ventana
trato de ubicarla, al principio se le hizo un poco complicado porque había
mucha gente parada, entonces dio dos pitadas rápidas a su cigarro y lo tiro
para poder ingresar. Con la frente en el alto empezó a rastrear las mesas y
casi dando un giro completo con su vista, se dio cuenta que tenia a la
universitaria detrás. Primero sonrió como avergonzado por su falta de atención
y luego se sentó en la mesa, haciéndole un gesto al mozo de que le llevara un
cortado.
- ¿Hace mucho estas esperando? – pregunto él un poco
aturdido
- No, hará tan solo quince minutos. Igual no te preocupes,
mientras te esperaba me divertía escuchando como la pareja que está en la mesa
contigua, discutía.
- Ah mira qué bonito lo tuyo eh, jaja. Me retrase un poco,
porque el taxista manejaba a dos por hora, en un momento era tal mi fastidio,
que me empecé a desesperar por su pasividad y me baje en donde estaba.
- ¿Te bajaste muy lejos de aquí? – pregunto ella de forma
sonriente
- Más o menos a unas quince cuadras.
Aquí esta su café señor, dijo el mozo casi entrometidamente.
Mientras la charla continuaba, él se dirigió a dar un primer sorbo a su café y
se dio cuenta que eso no era lo que había pedido, apoyó la taza de manera
abrupta e hizo que se volcara un poco en el plato. Dio algunos berrinches más y
llamó al mozo.
- Discúlpeme señor pero yo le pedí un cortado y usted me
trajo café solo.
- A ver déjeme probar – dijo el mozo.
- Pero que hace buen hombre, usted se está burlando de mí. O
me trae lo que yo ordene o voy a tener que hablar con su encargado. Esto es una
falta de respeto a mi condición de cliente.
- Me parece que usted se está alarmando demasiado.
En ese momento intervino la universitaria para que la cosa no
se extienda más y trato de tranquilizarlo.
- ¿Por qué no vamos a otro lugar?...por lo menos a alguno
que no haya tanta gente – Dijo ella, para aminorar las aguas.
- Ésta bien, vayámonos, pero este tipo no se va a burlar de
mí…
Mientras caminaban hacia otro lugar que ella conocía, él se
detuvo un instante frente a ella y le dio un beso. Siguieron caminando como si
nada, hasta que en un momento ella se detuvo frente a él y lo besó, como
respuesta. Un poco sorprendidos, ambos, por las reacciones que habían tenido,
se miraron cómplices pero ninguno pregunto nada. La situación no fue
embarazosa, más bien fue un acotamiento de actos, porque él sabía que esto lo
quería hacer hace rato pero nunca se había imaginado tal devolución de la
universitaria. Caminando pensaba, que esta decisión le había llevado años
tomarla, recuerda momentos en que ambos estaban estudiando y siempre estaba a
punto de hacerlo pero nunca se animaba.
Entraron en el café y no había casi nadie, lo cual eso les
pareció beneficioso a ambos porque no tendrían que escuchar tanto bullicio
mientras hablaban. A penas apoyaron sus traseros en el asiento, se acerco
rápidamente el mozo con un centro de meza que indicaba las ofertas y los
precios del lugar. No tardaron mucho en decidir, los dos optaron por la
promoción: café con leche y medialunas. Jorge estaba encantado con el lugar
porque las paredes estaban empapeladas con afiches de películas de cine
clásico, así que por unos largos minutos, yo diría más o menos hasta que
trajeron los pedidos, se entretuvo observando la estética de cada uno de ellos.
Atento él, cuando llego el mozo lo hizo esperar unos segundos hasta verificar
que todo estuviera en orden, no quería sufrir otro altercado que arruinara el
momento. – Vaya tranquilo, está todo bien – dijo en tono relajado.
Al principio nadie quiso hacerse cargo de lo que había ocurrido,
hasta que él se animo y pregunto:
- ¿Por qué me basaste? yo pensé que me ibas a odiar después
de que me abalancé así, hacia vos
- ¡Todo hay que
explicarte a vos!...te bese porque sentí que debía hacerlo. Yo estaba esperando
que seas vos el quede el puntapié inicial. ¿Conforme? – dijo socarronamente.
- Si puede ser, pero te vuelvo a repetir me sorprendió
mucho. Por lo menos permíteme que me sienta así.
- Esta bien, no te preocupes. Todavía no me olvido más, cuando
estábamos en el patio de la facultad de filo estudiando ese texto que me costó
tanto aprender, como era que se llamaba el autor…
- Derrida… ¿Puede ser?
- Ese mismo. Te decía, no me olvido más de ese día, porque tu
mirada hacia mí fue muy penetrante, esa vez y me di cuenta que algo se
aproximaría entre nosotros.
Jorge miraba atentamente a la universitaria mientras
hablaba. Cada movimiento de sus labios era cautivante para él. Seguía cada
palabra sin perderse ningún detalle en su pronunciación, estaba totalmente
absorbido por la situación. Sentía que era el momento más glorioso de su vida y
no podía, no estar atento. El éxtasis iba a ser molestado por un llamado que le
hicieron al celular:
- Esperame un momento, que me están llamando del trabajo –
dijo algo molesto por tener que hacer que ella dejara de hablar.
Hola Ricardo, ¿qué paso?
- Hola Jorge, necesito hablar con vos personalmente.
- ¿Paso algo grave?
- No quiero decirte por teléfono, decime donde estas y te paso
a buscar con el auto, estoy saliendo del diario.
- Estoy en el bar “Celuloide”, está en Av. Santa fe y J. L.
Borges. ¿En cuanto venís?
- En diez minutos estoy ahí.
Dejo el celular en la mesa, pero en ese instante no hizo
ningún comentario. Pasaron los minutos y ella continuo hablando de esa tarde en
el patio de la facultad, pero él, ya estaba distraído y hasta ansioso por que
llegara Ricardo, no podía dejar de pensar que era lo que había pasado. La miro con
preocupación a ella y le pidió disculpa por su falta de atención. La
universitaria se alarmo al verle la cara, estaba pálido y temblaba.
- Por favor mozo me puede traer un vaso de agua – dijo ella
bastante asustada.
- Se siente bien señor – dijo el mozo de forma amable.
Jorge no contestaba ni tomaba el agua, tan solo miraba fijo
a donde estaba el cartel de la película “Los pájaros” de Alfred Hitchcoock y
esperaba por la llegada de Ricardo. Miraba su reloj y cada vez se impacientaba
más porque no llegaba, se paró de forma imponente como si nada pasara y se fue
hacia la puerta. Por allá a algunas cuadras vio una persona que le hacía señas
con la mano en alto y se dio cuenta de que era Ricardo, comenzó a caminar
rápidamente hacia donde estaba él y se subió en el auto.
- Discúlpame que no fui hasta el bar, es que no encontraba
lugar donde estacionar y me tuve que poner acá que está prohibido, justo te iba
a llamar para avisarte que salieras – dijo Ricardo
- Esta bien no tenes que disculparte. Vayamos a lo concreto
porque la estoy pasando muy mal, en este estado de intriga. ¿Qué es lo que
sucede?
- Voy a ir al grano porque te aprecio mucho y quiero que ya
estés al tanto. El diario ha decaído mucho en su nivel de ventas en papel, así
que tomaron la decisión de cerrarlo y hacerlo de forma online solamente. Esto
quiere decir que va haber una reducción muy grande de empleados y me parece que
tú estás dentro de esa reducción. Yo quería avisarte esto de manera urgente
para que vayas viendo otras opciones de trabajo y no te caiga de sopetón.
- Ay Ricardo, todo esto que me estás diciendo ya lo sabía
antes que vos, es más ni siquiera estaba teniendo trabajo porque la sección que
yo hago de cultura, ya la estaban por suprimir porque no está siendo de interés
para la gente. También sabia lo del diario online, sé que van hacer el diario
completo para el portal de internet y que van dejar la sección de espectáculos
nada más. Ya ha decaído tanto todo, que están prácticamente regalando los
libros que hemos hecho para los especiales del diario. Todo ese material de
investigación sobre distintos escritores, tirado por la borda. Nada de esto me
sorprende…
- ¿Y qué vas hacer?
- No lo sé, lo único que sé, es que si me llamaste para
esto, me acabas de hacer perder una
linda velada que estaba teniendo con una chica que había sido compañera mía de
la facultad en la carrera de letras y se me estaba declarando. Para colmo
después de tu llamado quede tan preocupado que deje de prestarle atención y
ahora que recuerdo tampoco le dije que paso ni que me iba, debe estar
preocupada. ¿Me podrás regresar de nuevo al café, por favor?
- Si claro – dijo algo sorprendido por la tranquilidad de
Jorge.
El café se encontraba semi vacio y la mesa donde estaba
ella, directamente estaba vacía. Se acerco a la mesa y encontró un papel, que decía:
Continuara…
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