Después de leer el periódico matutino,
Alberto emprendió su caminata de todos los días. Salió de su casa con ropa
ligera y caminó varias cuadras por el camino que suele hacer frecuentemente.
Dio sus treinta vueltas manzanas e hizo
un descanso en la confitería que se encuentra en Callao y Corrientes. Saludo
algunas caras conocidas, busco una meza de dos asientos y tomo un diario
cercano, esperando ser atendido. Como es cliente fijo, no hizo falta que el
mozo preguntara que iba a tomar, así que directamente le llevo un cortado con
tres medialunas.
Mientras tomaba sorbos cortitos, leía
la contratapa del diario que llevaba el titulo “Homenaje al gordo”. Casi finalizando la nota, vibro su celular.
- Hola ¿Quién es a esta hora?
- Perdón, Alberto soy la secretaria de
la redacción, a la que enviaste un cuento participando del concurso.
- Ah sí, ¿gané?
- Quedo seleccionado entre los mejores
cinco. Ahora falta que el jurado mayor elija el ganador.
- Está bien, espero que no se enoje
con lo que le voy a decir, pero la próxima vez llame si gané. Adiós.
Apoyo su teléfono sobre la mesa algo
fastidiado, pero luego de haber imaginado la cara de la secretaria, empezó a reírse
a carcajadas. Su risa fue tan llamativa que todas las mesas voltearon a ver qué
había sucedido.
-¿Que pasa señores, nunca han visto una
persona reír?
Se ve que en este país no acostumbran
a eso.
Pagó su cuenta y refunfuñando se
retiró. Al cruzar la puerta de la confitería llevo su mano derecha al bolsillo
de la camisa buscando sus cigarrillos pero el paquete estaba vacío, soltó una
puteada y fue a comprar. (No hay desesperación más irritante, que no tener
cigarrillos cuando te vienen ganas de pitar.
Esto es un dato menor, solo imaginen
la situación)
Alberto siempre se caracterizo ansioso
para las cosas, esto es tan así, que las minas que conocía en diferentes
ocasiones, nunca lograban establecer un dialogo de más de cinco minutos, que su
miembro ya le exigía acción. No soportaba a esos tipos que se la pasaban
hablando boludeces, tan solo para arrancarle una sonrisa sin gracia y se la
compasión de la mina los ayudaba, su número telefónico. Su lema fue siempre
“coger a troche y moche”.
Su caminata por los cigarrillos había
sido larga pero no protesto, porque pudo comprar sus malhboros mentolados. Tras
conseguir dominar su vicio, encaro el resto de su día con algo de buen humor.
Regreso a su casa, recogió unos cuentos que tenia a medio terminar y rumbeo
para la casa de una de sus amantes. Precisamente a la que iba a visitar le
resultaba un poco tosca, porque ella piensa que los tipos que escriben son más
interesantes y todo el tiempo esta halagando esa faceta suya. Más allá de sus
molestias, seguía yendo a visitarla. Consideraba que su aptitud para sus
encontronazos sexuales la calificaba como la mejor de todas.
Golpeo su puerta varias veces pero no
salía nadie. Una música se escuchaba detrás de la puerta, de esta manera,
golpeo más fuerte y efectivamente recibió su gran bienvenida. Ella no esperaba
su visita pero las sorpresas la excitaban por demás, así que lo arrincono contra su cuarto inmediatamente, dejando los
halagos de sus obras para después.
Cuando logro reincorporarse, tomo una
ducha y le pidió dulcemente a su amante que le sirviera un café. Mientras
comían reponiendo energías, le conto la desventura que le había ocurrido a
primera mañana en la confitería. Su amante escucho con mucha atención y le dio
mucha gracia su reacción, pero unos segundos más tarde pensó que lo ocurrido
era importante, si verdaderamente estaba interesado en ese concurso. Él la
escucho pero poco fue su interés por lo que decía e inmediatamente después de
terminar su café, se marcho.
Su amante sin molestarse por su salida
abrupta, tan solo sonrió y hablando para nadie le deseo lo mejor. Alberto estaba furioso, solo necesitaba un
aliado, pero lo único que conseguía era que se rieran por su reacción. No solo
su amante lo dejo en evidencia por lo que había contado sino también su amigo
íntimo, Lucho.
Confiado después de salir de la casa
de su amante, se dirigió a lo de su amigo, casi seguro de que cuando le contara
lo sucedido, recibiría los mayores aplausos por mostrar la fortaleza de su
ego y lo único que recibió fue un
menoscabado ¡qué bien!
- Lucho ¿Qué te pasa, que me das esa
contestación desinteresada?
- Me parece que tu personalidad ha
cambiado mucho desde que elogiaron un cuento tuyo el año pasado. Después de
veinticinco años de dedicarte a escribir, no corresponde ese cambio, solo sos
un escritor y no un salvador de la humanidad.
- Tal vez tengas razón, por la
humanidad no he hecho nada y tampoco pienso hacerlo, pero si hago cosas por la
cultura, escribiendo.
- Nuevamente error, tus propios
reconocimientos alejan de vos a la gente que realmente te habla con los pies en
la tierra, sin elevarte a ningún podio absurdo.
- No vine a visitarte para que seas el
referí de mi vida, solamente…
- Solamente buscabas reconocimiento y
de mi no lo tendrás. Puedes llevar tu figura de letrado a otra parte.
- Algún día te arrepentirás, adiós.
Él no encontraba explicación, parecía
que con todos los que hablaba estaban ciegos de virtudes. No podía entender que
sucedía, toda su vida pensó que siendo artista iba a obtener otra imagen de su
persona en la sociedad, pero toda su proyección se desmorono. Era uno más entre
tanta sensibilidad.
Igualmente nada de eso lo hacía pensar
que estaba equivocado y si le había cortado así a esa secretaria, era porque su
confianza en que ganaría era del ciento por ciento. Cuando llego a su casa,
busco la tarjeta de la institución donde concursaba e hizo un llamado
telefónico averiguando quienes eran sus competidores.
- Hola soy Alberto Ugarte, esta mañana
me llamo una de las secretarias informándome que había sido seleccionado para
la fase final ¿es así?
- Así es, precisamente habla la persona
con la que hablo esta mañana. ¿Qué necesita saber?
- Quisiera saber sobre mis
competidores.
- Claro, enseguida le informo.
Una música invadió el teléfono,
apaciguando la espera. Luego de diez minutos de escuchar la misma melodía, él
ya estaba un poco fastidioso, entendía esto como una venganza por su episodio
con ella.
Cuando su cólera ya casi había tomado
toda su paciencia, una armoniosa voz dijo;
- Alberto ¿sigue en línea?
- Si aquí estoy- contesto algo fastidiado.
- Sus competidores son dos mujeres y
dos hombres de un promedio de edad que superan los treinta años. Eso es toda la
información que podemos bridarle a nuestros participantes.
-¿Dos mujeres?- pregunto en tono
acomedido.
- Si dos mujeres. Si ya fui de su
utilidad, le digo hasta luego, estoy muy ocupada.
- Antes de cortar, quisiera hacerle
una pregunta, ¿aceptaría tomar un café conmigo?
- Desde luego, mañana a las seis en la
confitería “Los perdedores”. ¿Sabe
donde es?
- Sí, allí estaré. Por favor a partir
de este momento, deja la formalidad de lado. Hasta mañana.
Para antes de que terminase de
despedirse, ella ya había cortado. Estas cosas lo hacían tambalear a él,
siempre se considero un dominador de las situaciones con las mujeres.
Su ansiedad por conocer a esta mujer
era enorme, así que intento hacer cosas que lo distrajeran para esperar que llegue el momento de la cita.
Encendió el televisor, hizo un recorrido por los diferentes canales sin tener
un destino decidido. No sabía si ver un partido de futbol repetido (River vs
Boca del año 94), Taxi driver (Película que ya había visto quince veces, le
atraía el personaje de Robert de Niro, Travis. Su momento de gloria era cuando,
Travis trascendía las barreras de su personalidad en busca de aventuras que lo
alejaran de ser simplemente un chofer de taxi. Uno de sus momentos álgidos se
da cuando salva a una adolescente de la prostitución, ejercida a manos de
gansters en las oscuras calles de Nueva York) o una porno. Creo que todos
sabemos cuál fue su elección, así que se recostó sobre su sillón, desabotono su
pantalón y se masturbo hasta quedarse profundamente dormido.
El sol de la mañana dio en su rostro
pero no se dio por aludido, hasta que el calor ocupo su habitación. Se duchó,
leyó su diario y escribió un poco. Estaba muy expectante, sabía que a las seis
conocería una nueva mujer.
El tiempo se le hacía espeso, ya no sabía
que más hacer, ni Goyeneche bajaba su excitación de que llegara el momento de
irse. Pensaba mientras su tango sonaba, que podría resultar después de esa
cita. Se asombraba de sí mismo, ya que nunca había sentido tal ansiedad por una
mujer. De hecho siempre las considero un pasatiempo. Siempre dijo que sentía
relaciones conyugales con la escritura y que la masturbación era su amante.
Después de tanta expectativa, la hora
se acercaba, así que salió una hora antes para el punto de encuentro. Caminó
por un camino que suele hacer cuando esta con tiempo, hasta que llego al bar. Pidió
un cortado y un pebete de jamón y queso. Mientras esperaba, continuo con la
lectura que tenía pendiente hacía varias semanas. En este caso Trópico de capricornio, acompañaba su devoción de lector.
Devoró páginas y paginas, hasta que se
dio una ruptura en su concentración. La secretaria había sido su causante,
llegando quince minutos antes de la hora establecida. Se sentó frente a él, lo
cual provoco que sus ojos no se pudieran escapar de su mirada. El silencio se
adueño de la situación por unos instantes, hasta que ella lanzo una afirmación.
-En verdad que eres apuesto, como yo
imaginaba.
Ese comentario hizo ganar confianza en
él, sintiéndose por un momento gobernador de la situación, como le gustaba.
- ¿Eres la secretaria?- Pregunto
descreído de lo que escucho.
- Sí, la misma a la que le dijiste que
te llamara en caso de que ganaras.
- Se que te molesto mi contestación,
no me lo recuerdes cada vez que hables conmigo. Ahora quisiera preguntarte ¿Por
qué aceptaste mi invitación?
- Porque luego de tu contestación,
sentí curiosidad por conocerte, nunca ningún hombre me había dado una
contestación con tal seguridad. Creo que eso te convierte en interesante pero a
la vez en repulsivo. Igualmente prefiero descubrir tu lado interesante.
- Eres bastante astuta, ninguna mujer
había logrado conformarme con sus respuestas.
- Alberto sos un machista de la
primera hora, igualmente entiendo que pienses que ninguna mujer pueda llegar a
escalonarse a tu misma altura.
-Veo que conociste rápido una parte de
mí.
- Quisiera que le hagas una crítica a
un cuento mío, yo considero que eres un gran escritor. Hace muy poco que me inicie
en esto, por eso necesito la opinión de una persona profesional y esa persona
sos vos.
- ¿Por qué consideras eso?
- He leído muchas cosas tuyas, me
gusta tu estética para las letras.
- Bueno dame el cuento y en unos días
te doy mis comentarios. Mis prejuicios para con las mujeres que escriben
siempre fueron muy grandes, igualmente podes ser una excepción, veremos cuál es
el contenido.
- Si estoy dentro de tu prejuicio
después de que lo leas, no te apiades en decírmelo.
La secretaria llamo al mozo, pregunto
a Alberto si deseaba algo pero como no estaba decidido en que tomar, ella pidió
una medida de su mejor whiskie.
- ¿Cuándo tengo que presentarme para
la elección final del cuento?- Pregunto Alberto con tono de segura victoria.
- Pasado mañana a las diez de la
mañana en Defensa al 800, Esto es San Telmo.
- ¿Cuál es el premio?
- Diez mil pesos el primer premio y el
segundo premio la colección completa de Jorge Luis Borges.
- El primer premio me vendría bien,
estoy con algunas deudas.
Ella miró su reloj, tenía que atender
otros compromisos. Saludo a Alberto y quedaron en volverse a ver algunas horas
antes, el día de la elección del cuento ganador. Como comentario final, ella le
recordó que no se olvidara de leer su cuento y de hacer una crítica.
Él se quedo en el bar para comenzar a
leer el mencionado cuento. La lectura se le hizo extensa, de modo que leyó
hasta la mitad, pagó la cuenta y se marchó. Su intriga por terminar de leer era
acosadora, de manera que postergo asuntos pendientes y se aboco a terminar el
cuento.
Para desarrollar esta actividad, eligió
la biblioteca de su casa, era su lugar favorito para trabajar. Paso gran parte
de la noche leyendo, sus ojos ya le pesaban pero se esforzaba por terminar, ya
casi finalizando se encontró con un frase que lo conmovió “Si me ausento no me busques, es mejor amarnos a distancia que
juntarnos para congraciarlo”. El cuento en si cayó bajo el prejuicio de
su ego, que no puede aceptar que el sexo
opuesto también sea sensible y se manifieste en el arte.
La crítica al cuento, que por cierto
se llama “La derrota del mejor”, ya
sabía cuál era, lo que no sabía era como decirlo, su tentación estaba puesta en
decirle que era una escritora pseudo amateur, pero no quería desanimarla. Por
otro lado pensaba lo bien que le haría ganar ese dinero del concurso, ya tenía
planeado eliminar todas sus deudas e invitarla a hacer un viaje a la
secretaria.
El despertador dio su armoniosa
melodía indicando las siete. Este no titubeo en levantarse, quería que comience
su día de manera urgente. Sabía que era la elección del cuento pero también que
la volvería a ver a ella, lo cual lo euforizaba más. Se vistió algo elegante
para el evento y fue en busca de un taxi, ya estaba sobre la hora, tenía que
verla a ella y hacerle su gran propuesta.
Llego demasiado puntual pero
claramente, sabía que ella tardaría un poco más. Se sentó en un bar enfrente de
donde era el concurso y pidió una cerveza. Mientras esperaba, escribía frases
sueltas para luego mezclarlas, unirlas y formar una poesía, al mejor estilo dada.
Su ansiedad por que llegara ya se estaba presentando, el sudor transitaba su
cara, la hora de la elección del cuento también se avecinaba. Cuando logro
dejar atrás sus nervios, decidió terminar su cerveza. Pensaba que quizás ella
estaba adentro del establecimiento.
Cuando ingreso al lugar, lo primero
que hizo fue mirar en todas las direcciones pero ella no se veía, pregunto en
las oficinas donde se daba lugar el concurso y donde podía encontrar a la
secretaria. Fue tal la respuesta que recibió, que sus sentidos quedaron
anulados por unos segundos. Ella había sido trasladada a otra sede. A pesar de
creer que había perdido todo, su estado de ánimo todavía era bueno, sabía que
le quedaba la elección del cuento.
Llego a la sala, saludo a los jurados
y dio su nombre. Cuando los controles burocráticos fueron un hecho, se ubico en
un asiento, pero todavía no se podía pasar a designar el cuento ganador porque
faltaba un participante. Después de algunos minutos se corroboro que no se
presentaría, de manera que se hizo oír la información pertinente, “el cuento que recibe el primer premio es la
derrota del mejor. Así damos por concluido este nuevo concurso literario.
Agradecemos a todos los participantes y deseamos la mejor de las suertes para
el próximo concurso, no se desalienten”.
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