Que va
pasar, cuando las películas no sean parte de tu cotidianeidad. Ya no vas a
poder coger, ni estrecharte en ningún cuerpo que te de calor: ¿Muerte, que
carajo sos?
Escribir se
convierte en una acción que no puedo dejar de hacer. Necesito invadir los
espacios en blanco con palabras que contrarresten este mal pasar existencial,
que se vuelve, a veces, difícil de combatir. Es que con esto no quiero
pertenecer a ningún canon literario, tan solo quiero expresar la melancolía de
un ser poco diurno, que se somete a las tentaciones nocturnas. Las calles
recorridas de pe a pa, buscando sensaciones que poder volcar, horas desgastadas
en esa esquina, en ese bar, siempre en busca de algo que contar.
¿Literatura?
No me dejes sin tu arte representativo, cuando me vaya de aquí ¿Cuanta intriga
por lo que vendrá? La vehemencia de los días y las horas, arrasa con la
entereza de mi cuerpo, pero espero que no lo haga con mi mente.
Prosa, que
no llega a ser prosa, intentando estrepitosamente describir lo lúgubre que es
descubrir, que el camino es intenso y áspero. Un campo de batalla por las
reglas culturales, impositivas del sentido. Realidad, que no es real.
Construcción social de lo real, que se impone como ley. Discursos poderosos,
con fuertes sostenes ideológicos, posicionan los campos de lucha, por ese
sentido que se escurre de mano en mano, entre los pudientes. Pudientes de
capital simbólico y económico, que te compran hasta el alma y la muerte.
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