miércoles, 11 de julio de 2012

Los que cuidan su quintita...


Che, vos sabes que iba en el subte y veía a los pibes laburando con sus cajas de golosina, pañuelo descartable o tan solo dejando una estampita con un escrito, que decía: “Con su ayuda llevo la comida a casa”. Me pareció interesante prestar atención a la cara de los pasajeros, ver sus rostros inertes frente a la situación, como una cosa cotidiana, bah. ¿Qué paso con los sentimientos y la sensibilidad del alma? ¿Fueron absorbidas por las ansias de llegar a casa? Preguntas, estas, que se me cruzaban y avizoraban tan solo una respuesta: Nos acostumbraron a naturalizar tan bien, que no nos parece malvado que estos pibes derrochen su adolescencia trabajando para la lacra de su padre. Que por si fuera poco, lo golpea si no le lleva la guita a casa y la usa para comer. Estas cosas que digo, me podrán decir que ya se saben, pero acá lo urgente es la naturalización que hace el ser humano de las cuestiones profundas ¡Esto no se puede contemplar!
Entiendo que la culpa de la miseria no la tiene la gente, pero es importante entender el concepto de que no nos despersonalicen y nos conviertan en seres ajenos a vislumbrarnos. Hay pautas, tales como: no esquivar algunos problemas que conciernen a la fortaleza y lo que hacemos con nuestra conciencia (política). Todo acto es político, allí están nuestras huellas de lo que somos. Desentenderse con argumentos desinteresados sobre algunos temas, conlleva a que no entendamos por donde viene la cosa. Aunque sea difícil este entramado de significaciones llamado sociedad, hay que hacerle frente a la cosa en sí. Ustedes se preguntaran ¿cuál es la cosa en sí? La lucha popular

No nos dejemos incendiar.    

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