En la puesta de la vida todos nos enfrentamos a diferentes
instituciones que promueven y canalizan nuestro pensamiento, nuestro modo de
ser y la forma de encarar el camino hacia la muerte. La entereza del ser humano
acaba siendo una forma de resistir, dentro de lo posible a todo el
avasallamiento de cómo conducir nuestra vida. Lo demás después de esto no se
que será, por el momento solo conozco esta vida que es de seres humanos, aunque
algunos muchos no sepan de que se trata.
Posiblemente muchas veces tenga que chocar en la muralla que
propicia la sociedad escudándose frente a nuevas interpretaciones de lo que es
la felicidad, frente a un nuevo sentido común que no es el del camino universal
emprendido masivamente. Todos los protestantes de un posible cambio que se pudo
haber producido en la historia, se repliegan en la comodidad de confiar sus
valores a personas que según se dice son correctas para hacer esto, ejem:
políticos atropelladores pero convincentes en sus ideales de cómo generar
seguridad.
Muchas veces me pregunto en qué condiciones se encuentra la
fortaleza y el espíritu crítico de las personas para zambullirse de cabeza en
alentar a personas que no tienen ni la más remota idea de cómo hacer política.
Claro está que sus seguidores son igual de torpes que estos “políticos”, porque
nunca se interesaran en informarse sobre la historia argentina y su siempre fracaso
rotundo a la hora de votar. Es constante el impedimento al avance de propuestas
en donde el motor principal es la inclusión de todos por igual.
Fracasos tras fracasos y seguimos denostando a personas que
intentan dejar atrás un pasado trunco devenido por ejercer la libertad
económica. Personas que intentan que el país no sea conducido cual si fuera una
empresa, que intentan que las posiciones de los economistas solo se posen en
los números y no desdibujen el significado de la palabra política. Esto es
fundamental en estos tiempos, para no volver a la barbaridad que alguna vez
hizo que la sociedad se maravillara en viajes y consumos paupérrimos.
Los marginados siguen siendo estigmatizados por el discurso
de los medios y por políticos retrógrados que siguen sin proponer un verdadero
cambio y solo reconocen como culpables a los de siempre. La agenda sigue haciéndonos
pensar los mismos temas: Seguridad, respeto a la propiedad privada, etc, pero
nunca nos hablan de la inclusión social para aquel que no posee nada. Si hay
algo agradable de todo esto díganme que es, así me acoplo y dejo de rebuznar,
como dicen algunos.
Para los más genuflexos, todo esto que estoy diciendo puede
que lo cataloguen como distorsionado, alocado y si tienen la sangre en el ojo
como le pasaba a ese señor que encarcelo a Gramsci por considerarlo una amenaza
política, dirán que estas cosas solo se le pueden ocurrir a un tipo con
inclinaciones progresistas o sublevado a la tradición occidental, pero bueh...
es preferible estar en el lado incorrecto que ser bien visto por la señora que
almuerza[1], por
ejemplo.
Es por eso, señores, ustedes son dignos de elegir, pero
después no hay que reclamar si la elección fue incorrecta, como viene pasando
hace largos años en la política Argentina. El tan bien conocido como “yo no lo
vote”.
Erdosain
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