Una historia genial que se sostenga por si sola y que de
mucho dinero, quizá es el anhelo que
tengo hoy. Me encuentro, casi arrinconado por una situación económica
deplorable, iluminado por la poca luz que entra por mi ventana. Miro la gente
que pasa por la vereda, apresurada, seguramente por llegar a sus empleos y
siempre con la mirada puesta en el piso. No creo que sea posible desde acá
encontrar un buen relato. Mejor voy a salir calle, a ver con que me cruzo.
Caminare por las calles menos transitadas, pensé en ese momento, para no ver a
nadie. Tengo que encontrar buenas imágenes y algo de acción para una historia.
Me fui, entonces, para el club vecinal que esta en el barrio contiguo al mío.
Estaba repleto de gente conocida, pero a pesar de estar pasando una especie de
agorafobia me anime a entrar igual. Siempre dije que los relatos están en la
calle y hoy debería encontrar uno. En ese club, suelo jugar al ajedrez en mis
tiempos libres, es decir cuando no estoy escribiendo. Suelo, También escuchar
historias que luego se convierten en algún relato y es el lugar donde me
detengo antes de llegar a casa, para tomar un vermut. Así que a penas puse un
pie, comenzaron los saludos, las palmadas, los abrazos y los gritos de aquellos
que estaban alejados, jugando al pool.
“Pero miren quien llego: el
futuro Cortazar
“dijo otro por allá, mientras se metía cerveza sin parar
Algún gracioso, se burlaba de mi oficio. Nunca faltaba
el grito sobrador, de ese al que nunca
se le veía la cara. Me senté en una mesa con demasiada gente, intente dialogar
con todos pero se me hacía imposible. Todos querían contarme cosas, a la vez.
De este modo, me paré en una silla, pedí silencio y casi dando una orden, les
dije que me hablaran de a uno. Me
miraron como para matarme, pero no decline mi postura y me mantuve firme, hasta
que uno del fondo levantó su mano para pedir la palabra. Miré a este muchacho y
me pareció haberle visto cara de que fue uno de los que me grito cuando entre,
pero igual le di la palabra.
–Adelante, que tienes para decirnos ‒ le dije gentilmente
Esta persona, me miro fijo a los ojos, se paro de su lugar y
comenzó a contar una historia:
Desde muy pequeño, me
inicie en el oficio de relatar historias que iba leyendo. Hoy, es el momento de
contar algo que viví en carne propia. Fue, entonces, una época de mi vida donde
me encontraba casado con una mujer, que era la máxima expresión de la belleza.
Éramos muy unidos, hacíamos todo casi sin separarnos. A ella la había conocido
en las carreras de caballos, que iba todos los sábados. Recuerdo que la primera
vez que la vi, me quede pasmado ante tanta mujer. Esa tarde, ni me anime a
hablarle. Era una aficionada a las apuestas en las carreras, así que me la
encontraba todos los sábados en el mismo lugar, tal es así que en unas de esas
cruzadas, no pude no hablarle. Recuerdo que había ganado una fija, estaba tan
contento. Me creía un millonario, ja… ¡que iluso! En ese momento ese monto para
mi era mucho dinero. Ella vio mi alegría desbordante y se acerco, con esa
caminata que me ponía los pelos de punta.
–Al
parecer, ganaste mucho dinero ¿no? – Dijo, extorsionándome con su tono de voz
sensual.
–
ja, no es lo que parece. En realidad,
estoy así porque es la primera vez que el azar esta de mi lado ‒ conteste sumido en su figura.
–Deberíamos,
aprovechar para conocernos un poco mejor. No creí que eras tan simpático –Arremetió, sin darme respiro
–Si
claro ¿queres que hoy mismo hagamos algo?
En ese momento creí
que se venia el cachetazo, pero no. Aparentemente no quede como un desesperado.
Esta mujer, sonrió y concretamos una cita para la noche. Llego la noche, nos
vimos, la pasamos de maravilla. No creo, que haga falta que explique lo que
vino después, ja… todos sabemos de que se trata. Después, nos empezamos a ver
con más frecuencia, hasta que nos fuimos a vivir juntos. Todo esto, fue más o
menos en dos meses. ¡Que la pario, cuanta pasión!
El tipo hablaba como loro, solo paraba unos segundos para
zamparse una cerveza y seguía. Pero lo que contaba estaba interesante, así que
seguí escuchando con atención. Quizás
algo de eso me sirviera para una historia. Pero sorpresivamente el tipo dejo de
hablar, todos se preguntaron que sucedió. Uno intrigadísimo, le preguntó que le
había pasado y este contesto que no podía continuar, porque se encontraba profundamente
conmovido y ya la había comenzado a extrañar a su mujer. Así que no quiso
hablar más y salió corriendo del club, gritando el nombre de esta mujer.
Por un momento me lamente, porque el relato venía tomando su
cauce. Ya estaba imaginando posibles escenarios para mi historia, pero bueh…
Por el fondo, mientras terminaba de lamentarme; otro, como sobrando la
situación, levanto su mano y pidió la palabra.
Esta historia que voy
a contar, esta un poco desordenada. No soy un gran contador pero como se que a
este hombre, le gusta escuchar para luego escribir, voy hacer un esfuerzo. Una
vez cuando era pibe, me puse a leer “El
Quijote” pero me aburrió demasiado y lo dejé a la tercer pagina, después me
puse a leer “La Divina Comedia” y lo dejé en el prologo. Mi familia era
demasiado insistente con que lea literatura, pero a mi eso me rompía las
pelotas. También probé con “El Facundo” y nada, no había libro que me sentara
bien. Ni siquiera los escritores, considerados de poca monta. Nada. El máximo contacto que tuve con la literatura,
fue cuando me decidí por escribir una historia y venderla.
En seis semanas escribí
una historia sobre mi padre y comencé a llevarla a los lugares que yo
consideraba literarios, pero me sacaban a patadas. Era muy malo escribiendo.
Igualmente, pese a todos los rechazos, seguí
insistiendo y lleve esta historia a las editoriales, pero las respuestas
eran duras. Nadie aceptaba, la historia porque decían que estaba mal escrita,
desde todo punto de vista. Apenas comenzaban a leerla, me la devolvían inmediatamente.
A pesar de esto, nunca me creí un fiasco en la escritura sino más bien, siempre
me consideré un artistarado.
Mostré, igualmente, mi historia a los más allegados y muchos me
felicitaron por la expresión, que eso contenía. No me desanimo se que en algún
momento, va a venir alguien y va a comprar mi historia. Se que algo de talento
tiene que haber en esas ciento cincuenta paginas que escribí.
Me paré exaltado y no lo dejé continuar con su relato. Le
dije que yo compraría su historia. Todo el mundo, en ese momento, quedó en
silencio. Lo único que se escuchó fue la voz de este, que acepto dando un
fuerte: ¡si! Como no tenia la historia encima, tuvimos que concretar un
encuentro, para hacer el intercambio de la obra por la plata. El trato era que
si yo compraba su historia, dejaba de ser de su autoría y podía hacer las
modificaciones que quisiera. Este acepto, sin ninguna objeción, lo único que me
pidió fue que no le diera el dinero en la mano. Me indico una cuenta de banco
para que se lo depositase. También, me pareció bien y concretamos, estrechando
nuestras manos.
Ambos, nos despedimos y quedamos que el encuentro, se
hiciera por la noche, aquí en el club. Me fui, rápidamente a casa y busqué el
dinero. Al principio pensé, le estoy por comprar algo a un tipo que fue
rechazado de todos lados, porque escribe mal. Eso me dio un poco de temor, pero
no me detuvo. Sabía que esto ya tendría un desarrollo, solo tendría que hacerle
algunas modificaciones a mi gusto. Embolsé el dinero y me fui, para el banco.
Realice el depósito y le avise por teléfono que ya estaba hecho el pago. Este
me dio las gracias, por haber creído en su obra, nos saludamos y quedamos en
vernos a la noche en el club.
Ya a pocos minutos de irme para el encuentro, que yo
consideraba como mi salvación literaria, sonó el teléfono.
–Hola ¿quién habla? – dije algo apurado
–Si, soy yo. Te pido disculpas, pero no voy a poder verte porque
mi madre sufrió un infarto y me estoy yendo a verla a Córdoba. El micro sale en
una hora.
– ¿Qué? ¿Y la obra?
–Quédate tranquilo, que ya pase por el club y se la deje a
uno de los muchachos. La envolví en papel madera para que no se ensucie.
– ¿A quién se la dejaste?
–Tenes que preguntar por “gurrumin”, él la tiene. Ya sabe
que vas a ir, por eso. Bueno, tengo que colgar, porque se me va el micro.
Cuando regrese me contas como te fue.
– Bueno Adiós. Saludos a tu madre y que se recupere – dije
lamentando la situación.
Apenas corte, salí de inmediato para el club. Pregunté por
“Gurrumin” y me indicaron donde estaba. Me acerqué allí y sin que dijera nada,
me dijo:
–Vos, venís por la historia ¿no?
–Sí, vos debes ser
“gurrumin”
–Si pibe, el mismo. Toma, acá tenes – soltó con mal humor
Abrí el paquete, que parecía gordo. Imaginaba un relato enorme y
cuando terminé de quitarle todo el papel, me encontré con un pilón de hojas en
blanco y con la primera hoja, que decía:
Mi padre
siempre dijo, que en la vida solo se salva el que es vivo.
Firma, el
artistarado