Los jueces de la vida provocan con moral, es decir te cercenan las ganas de tener una personalidad. Cuesta creer en los oradores que se hacen llamar progresistas y después la viven y quieren un bonapartismo. Eso, concretamente, es coquetear sin vergüenza con personalidades para ganarse una dama o ser el más buscado.
Los más revoltosos - que por cierto, ya se sabe de que lado están - se quejan desde una extensión que produce letras y nos muestra cantos de sirenas, pero después ¿que pasa con todo eso?... simplemente, nada. Es más cómodo repetir frases hipócritas de referentes capaces en la mentira.
¿ A donde vamos con el lugar común del palos para todos? El porcentaje mayor de las personas que convive con nosotros todos los días, esta a la espera de que vuelvan; "Con los milicos estábamos mejor", dice una por allá y otro de más acá asiente, sin saber donde quedo su personalidad. Ahora resulta que tenemos al hombre de los tiradores como el defensor de la verdad y que esta con los más débiles. Resulta que ahora tenemos un par de tipos que se pasean por la tele como los radicalizados, al punto tal de definirse como alternativas revolucionarias ¡dejemos los chistes para más tarde!
¿ Y las plumas sartreanas? la escritura como herramienta para desnudar injusticias y las alternativas comunicacionales independientes, siguen sin tenerse en cuenta. El periodismo se ha dedicado a hacer publico cuestiones privadas, perdiendo de vista detalles que se logran teniendo un poco de compromiso con lo que vas decir ¿a quien le importa, esposo de quien es tal presidente? no es más importante que nos detallen punto por punto las plataformas políticas que tiene cada uno, en vez de decirnos a donde va a cenar.
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